La Luna ha estado ahí por tantos años, tantos que ha perdido la cuenta muchas veces. A la distancia ha conseguido hacer algunos amigos, asteroides, estrellas, planetas.
Uno en especial desde el inicio le llamó, uno de un color inigualable, de una fuerza imposible y un carácter tormentoso y suave a la vez.
Conoce muchas de sus caras, las ha recorrido todas una y otra vez.
La Luna lo mira, lo sueña, ha deseado repetidamente tocarle, sentirle recorrer cada cráter de su superficie, lo imagina penetrando hasta lo mas profundo de sus cavernas lunares, humedeciendo sus tierras, escurriendo como ríos por doquier. Sueña con amarle eternamente y un día poder ser poseída por sus aguas.
El Mar, profundo como los ojos huecos e infinitos de Medusa, también sabe que la Luna está ahí: arriba, mirándole sin cansancio ni reclamo. Piensa que ella tiene el brillo mas hermoso que jamás ha visto.
El Mar se esfuerza, se evapora buscando alcanzarla y después se llueve entero de tristeza de no conseguir tocarle. En las noches de marea, alza alto sus brazos marinos con esperanzas de poder acariciar su superficie plateada, pero nada, nada; sin importar cual altas sean sus olas, que tan fuertes sus mareas o estruendosas sus tormentas.
La Luna llora también, llora y muestra a la Tierra solo la mitad de ella: a la que nunca verán llorar, pues la pena a su amor el Mar quiere evitar.
Después, cuando el Mar se calma y la Luna se repone, ante la resignación de su distancia que se opone, hacen un pacto entre los dos: se han declarado amor eterno y un lenguaje que en silencio los juntó.
Se aman en silencio en las noches enrojecidas, el color de la pasión. La Luna encendida de deseo toca a su amor el Mar con una luz que aturde, que lo incendia por completo hasta sus mas profundas aguas. Ese color incandescente son sus brazos que cruzan el tiempo y las distancias, que acarician sin recelo a su amante náufrago. Y él simplemente se rinde a sus antojos y le restriega sus aguas como felino ronroneante entre sus hilos encendidos.
Esas noches rojas no te bañes en aguas marinas si quieres dormir, porque la pasión de la Luna y el Mar te harán arder de fiebre sin sentido, te harán desear nadar desnudo en sus aguas eróticas. Y dicen, los que saben, que puedes sentir sus caricias sobre tu piel, pero que nunca mas regresan, no pueden, no deben, no quieren volver. Dicen los que saben, que eso cuentan los fantasmas nocturnos con la brisa marina como su voz.
https://youtu.be/raZWhRYfhMo
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